miércoles, 23 de enero de 2008

Machu Picchu

15 de enero
Salimos a las 5 de la mañana de Cusco con destino al tan esperado Machu Picchu ("Monte viejo" en quechua).
Viajamos durante 4 hs en un tren que iba muuuuy lento en asiento con espacio reducido frente a un par de hombres que suponemos mexicanos, muy yanquizados, que no pararon de hablar todo el trayecto. Se la pasaban comentando que "iban a ir a las Vegas", que "fulanita tenía una casa en California¨ y haciendo alarde de haber sobrevolado el Cañón del colorado. En fin: unos latinos que se creían gringos, que a nuestro criterio son de lo peor.
Intentamos dormir un poco, sin éxito porque la conversación se sumó la sirena del tren, que sonaba una y otra vez ya que no había barreras.
Finalmente llegamos a destino, bajo un cielo encapotado y una lluvia que parecía nunca iba a parar.
Tratamos de ponerle la mejor onda, nos calzamos nuestros pilotines y nuestros paraguas y seguimos al guía para descubrir una de las grandes maravillas del mundo.
Al llegar al lugar desde donde supuestamente podríamos apreciar una vista panorámica de la ciudad inka no vimos más que bruma. Nos queríamos matar!!! el guía nos dijo: ¨Eso es Machu Picchu pero lamentablemente no se ve, así que sigamos adelante¨. Y seguimos...

El tour duró más o menos una hora, durante la cual la lluvia fue variando de espesor, pero nunca paró.

Descorazonados, salimos del complejo para ir a comer el sandwich más caro de nuestras vidas y hacer tiempo para ver si se despejaba y lográbamos tener al menos una impresión de Machu Picchu.
Una hora más tarde nuestro deseo se cumplió y pudimos volver a subir y sacar las tan preciadas fotos que ven a continuación.

Los Inkas eran unos verdaderos genios de la ingeniería y la agricultura, entre otras cosas. Con los dones de la paciencia y la observación, lograron construir una estructura llamada Templo del sol por donde dos veces al año la luz penetra de forma perfecta (exactamente en julio y en diciembre) y, de esta manera, determinaban el fin de una estación y el comienzo de la siguiente.
También, por medio de un sistema de terrazas, pudieron ir cultivando vegetales que en un principio crecían al pie de la montaña, a grandes alturas, generando una importante innovación en materia de agricultura que permitía alimentar a toda la población.

La verdad es que, dejando de lado su aspecto bélico, nos vendría bien tener culturas como la inka en la actualidad. Tal vez el mundo estaría un poco menos jodido y con menos hambre y contaminación. Pero, como hicieron con todo lo bueno, llegaron los malditos colonizadores y los destruyeron, así que nunca lo sabremos...
Cuando nos tomamos el bus de regreso al pueblo de Aguas Calientes (donde nos hospedamos) vimos algo muy curioso. Hay chicos locales que le apuestan a los turistas que ellos son capaces de descender más rápido que el micro y se mandan a las corridas por el medio de la selva gritando ¨goodbye, adiós¨ cada vez que los ven pasar. Es increíble, pero realmente llegan antes y se suben al micro, donde todos los aplauden y les dan monedas.
Aguas Calientes es un pueblito para estar de paso. Tiene una callecita principal donde están los restaurantes y comercios y su único atractivo es el de estar al pie de Machu Picchu, permitiendo hospedarse por un precio razonable en lugar de hacerlo en la entrada de la ciudadela inka donde todo es una estafa.
Nosotros teníamos planeado pasar dos noches, ya que el día de llegada íbamos a hacer la excursión a Machu Picchu y al día siguiente pensábamos subir a Huayna Picchu ("monte joven"), el monte más alto desde donde puede verse toda la ciudadela, pero el tiempo no nos ayudó en absoluto.
No paró de llover toda esa noche ni a la mañana siguiente por lo que nuestro espíritu aventurero nos abandonó y, luego de recurrentes visitas a la estación de tren, conseguimos dos lugares y volvimos a Cusco un día antes de lo programado.
No se imaginan la felicidad de esta rata de ciudad (sí, yo, July) cuando esa noche pude comer una hamburguesa en mi tan preciada Cusco. Debo admitir que aunque las civilizaciones precolombinas me fascinan, al final del día necesito un poco de la civilización moderna, con su comida chatarra y las luces del centro (y sí, en el fondo queda algo de chica recoleta en mí).
Ah, me olvidaba. En el tren de vuelta por suerte nos tocaron un par de mujeres copadas que vivían hace más de 30 años en Venezuela aunque una era de Colombia y la otra peruana. Hablamos un montón: de política (sobre todo de Chávez), de la educación venezolana y la argentina y nos recomendaron lugares para visitar en Lima, nuestro próximo destino.
Bueno, eso es todo por ahora. Más adelante les contaremos nuestras experiencias en ciudad capital.
Besos para todos!!!
Los quieren,
Pablo y July.






1 comentario:

Vero dijo...

Muchas ganas de conocer Lima!!!
Por el momento tengo que conformarme con un buen delivery de comida peruana jeje, pero espero pronto poder viajar
que tal son los precios para vivir allí? (pregunto esto para saber si esta entre mis posibilidades economicas viajar a conocer este destino)