Valle Sagrado (Pisac y Ollantaytambo)

13 de Enero

Este día fue toda una aventura. Nos levantamos tempranito, tomamos nuestro desayuno en el hotel de Cusco y a las 8 de la mañana nos tomamos un taxi hasta la estación de colectivos para tomarnos un bondi local que nos llevara hasta Pisac por una módica suma de 2 soles por persona. Eramos literalmente los únicos turistas, rodeados de señoras "estilo coya" que comían choclo con queso de desayuno y señores con sombreros antiguos y quenas.
Luego de una hora de viaje arribamos a Pisac, un pueblito en el que los martes, jueves y domingos hay un enorme mercado artesanal y uno de los tantos antiguos asentamientos Inkas.
Primero que nada subimos un largo tramo por nuestra cuenta hasta llegar a las ruinas. A pesar de nuestra falta de entrenamiento, nos sorprendimos de nuestra aptitud física!!!

Logramos subir bastante y sacar muy buenas fotos desde las alturas. (Ojalá que cuando lleguemos a Bs. As. no volvamos a aplastarnos como siempre).

Cuando bajamos, decidimos recorrer el mercadito en busca de las artesanías típicas, regateando con nuestro gen judío a flor de piel (cada día me convenzo más de que algún antepasado mío debío ser moishe). El mercadito, hermoso. Lástima que en nuestra fiebre de consumo y regateo, nos olvidamos de sacar fotos. Al terminar de recorrer Pisac y cansados de tanto escalar y regatear nos tomamos otro micrito local hacia Ollantaytambo.
Ahí viajamos literalmente como ganado. No sólo tuvimos que ir parados, sino que ahora llevabamos el peso de las artesanías y el cansacio acumulado de tanto caminar!!! El viaje hasta Urubamba (un pueblito intermedio) duraba aprox 40 min y el bondi paraba de forma arbitraria en cualquier lugar para subir cada vez más gente!!! Era una suerte de 60 rural en hora pico!!! No se imaginan los aromas que nos rodeaban!!! Como les dije al principio, toda una aventura. Además de las paradas azarosas, no había puerta trasera por lo que los pasajeros subían y bajaban por la puerta delantera y dejarlos pasar era toda una hazaña. Nos detuvimos a cargar nafta en mitad del viaje y los 40 min de travesía en medio de la montaña, se convirtieron casi en una hora. Después de un rato ya no sentíamos las piernas!!! Por suerte una mujer que viajaba con un bebé y el señor que estaba al lado se bajaron y logramos arrojarnos sobre los únicos asientos libres. La gente siguió subiendo y el tipito que abría y cerraba la puerta manualmente estaba literalmente adherido a ella, así que el viajar sentados el último tramo no facilitó demasiado las cosas.
Cuando finalmete llegamos a Urubamba y fuimos expulsados del superpoblado micrito, nos tomamos una combi (otra vez local) hasta Ollantaytambo. Acá había un asiento agregado al costado de las típicas filas que vienen con la camioneta y, por supuesto, nos tocó viajar en él. Por suerte este tramo duró sólo unos 20 min.
Una vez ahí, paramos en la placita del pueblo para comer unos sandwichitos y reponer energías y después entramos al complejo donde se encuentran las ruinas inkas del lugar y subimos una pendiente mucho más simple y apta para turistas que la de Pisac.

El tiempo comenzó a empeorar, como suele suceder siempre a la tarde, y la bajada fue acompañada de una hermosa lluviecita pinchosa y molesta. Las ruinas, increíbles. Cada vez nos fascinamos más con la habilidad de los inikas de construir semejantes edificaciones en piedra en esas grandes alturas. Dejando de lado el hecho de que eran un pueblo bélico y algo violento, eran "unos grossos" en todo sentido.

Como gran parte de los recorridos los hicimos sin guía, nos compramos un libro muy completo con fotos y explicaciones acerca de todos los asentamientos inkas que recorrimos, así tenemos una idea más clara de sus costumbres y forma de vida.
Cuando dejamos el complejo, decidimos tomarnos la combi de vuelta e hicimos el viaje inverso, desde Ollantaytambo hasta Urubamba y de Urubamba nos tomamos un micro que nos dejaba directo en Cusco, haciendo una sola parada en Pisac. Para asegurarnos de viajar sentados, esta vez me hice la argentina piola y me mandé adelante de un pibe que me miró con cara de pocos amigos, así que cuando Pablo subió ya lo estaba esperando con un asiento reservado. El tema es que escuché a unos cuantos que le gritaban a sus amigos desde abajo "reservá 5 asientos" "reservá 8" y dije "cagamos, ahora tenemos que viajar 3 horas parados!!!". Por suerte, el viaje de vuelta fue tranqui y llegamos sanos y salvos a destino.
Cusco nos estaba esperando como siempre, hermosa, con sus aires de ciudad (tan preciados por mí, rata de la urbe, especialmente después de tanta aventura entre pueblitos perdidos en medio de la montaña).
Y esa fue la travesía de un día de las ratas Fajardo y Blauer por una módica suma de 9 soles cada uno (aprox 18 pesos argentinos en total) versus el tour de 50 dólares por cabeza!!!
Besos para todos y hasta la próxima!!!
July :o).